Artículo aparecido en la Noticias SER.pe a propósito del fracaso de la reconstrucción en el sur luego del terremoto del 15 de agosto de 2007
Enviado el 17/08/2011
Gustavo Riofrío
DESCO
El terremoto de Ica de hace cuatro años ocurrió en un espacio con características que hacían prever que la recuperación posterior pintaba para ejemplar en el continente. Pisco, el epicentro, está a dos horas de Lima por carretera asfaltada; la costa de Cañete a Ica atravesaba un auge agroindustrial y pleno empleo; las zonas más afectadas no han sido escenario de conflictos que hayan dejado una huella de incomprensión entre los actores sociales. Hasta las provincias serranas con mayor pobreza (Yauyos, Castrovirreyna y Huaytará) son más accesibles que otras provincias serranas pobres y sufrieron daños que era relativamente sencillo reparar. Con tantos elementos favorables para un proceso ejemplar, ¿Por qué el desastre de la reconstrucción?
Reconstrucción sin sociedad
Desde el primer momento se impuso lo mediático. El entonces presidente García se instaló en el epicentro y despachó con todos los actores sociales, sin atender a ninguna jerarquía. Esta actitud, con la que se quebró la cadena de decisiones locales, marcó la pauta de todo lo que vino después. Siguiendo el modelo colombiano –pero mal entendido por García- la reconstrucción sería obra de “los empresarios privados”. Nadie se planteó el problema de la organización de las poblaciones afectadas, los planes de las autoridades o las expectativas de los poderes locales, que no tuvieron voz o peso real en las decisiones. Sin mecanismos de interlocución reconocibles, a la larga se cebó un conflicto sordo de “todos contra todos” que se acentuó con los problemas de información de los empadronamientos y re-empadronamientos, la promesa incumplida del bono y los incidentes no sancionados de corrupción. Al final del Año Uno, sin ningún logro que exhibir, el retiro de los empresarios fue clara evidencia de la demagogia con la que el gobierno trató a la sociedad afectada.
Reconstrucción sin plan
A pesar de las discusiones que generó el control y la “orientación” de FORSUR, lo cierto es que, desde su creación, no fue otra cosa que un organismo a cargo de un listado de proyectos a ser financiados por el MEF. Quienes han trabajado en la zona, en obras o proyectos privados, públicos o de la cooperación, saben de su escaso peso y su ausencia –más allá de lo formal- en los muy limitados esfuerzos de planificación de nivel local. Desde el inicio, y aún ahora, impresiona la falta de visión con que se enfrentó todo. El modelo FORSUR consistió en agilizar dinero para obras, pero no en planificarlas o evaluarlas. En sesiones de directorio se aprobaban, casi sin discutir, obras locales traídas por cada autoridad. Se “democratizó” un proceso en el que todo el mundo podía lograr financiamiento: de 942 proyectos se han culminado 634. Cerca de 1000 millones de soles para un frenético proceso de consultorías y edificaciones que no han tenido supervisión, menos un horizonte de desarrollo local ni territorial.
Reconstrucción sin vivienda
Aunque resulte obvio, un asunto del que muchos no se percatan, es que la gente perdió sus viviendas, pero no sus lotes de terreno. Las necesidades específicas de las familias con propiedades destruidas tienen que ver más con asistencia legal y un buen crédito supervisado que con edificar una vivienda mínima subsidiada en suelo nuevo, que es el tipo ideal de inversión que buscan las grandes constructoras. Ya en el primer año quedó claro que la reducida posibilidad de invertir en urbanizaciones nuevas le resto atractivo comercial al reto que suponía la reconstrucción.
Y respecto a la vivienda en suelo nuevo, no se consideró en su magnitud real la necesidad de procedimientos de emergencia para obtener terreno seguro para las urbanizaciones por reubicación o las destinadas a satisfacer la demanda “oculta”, originada por los desdoblamientos familiares, fenómeno recurrente luego de desastres en áreas urbanas. Y como sucede en todo el mundo, la falta de una política de suelo ha llevado al aumento del valor de los predios en las áreas de expansión urbana.
El porvenir de la reconstrucción
La reconstrucción no fue concebida por el gobierno saliente como un proceso en que la población y sus autoridades locales participaran. Se hizo pensando en las percepciones y necesidades políticas y empresariales de quienes moran en Lima. La visita de Ollanta Humala a Pisco como primera acción de gobierno, muestra su voluntad de dar un giro a esta historia de fracaso y desconfianza. Luego del gesto, es importante que el Presidente se haga de una “hoja de ruta” con la que enfrentar el complejo escenario que dejaron las promesas incumplidas y que, a la vez, movilice a la región y genere un “modelo” de reconstrucción que más allá de “devolver” lo que había o insistir en metas limitadas –como la integración a circuitos turísticos- se destine a corregir las inequidades que ahora se han agudizado.
Para empezar, se necesita un sistema de asistencia legal para los problemas de propiedad, e incentivos para los procesos de construcción. Sin desatar los nudos legales que limitan la iniciativa de las familias que cuentan con un terreno, el impacto de los programas de vivienda será escaso. Esta asistencia debe ser de escala masiva y no sobre la base de nuevos empadronamientos. En segundo lugar, es necesario reconstruir el tejido económico local, que ya era precario antes del terremoto. El impacto del terremoto en destruir la filigrana de actividades que permiten el ingreso más allá de los salarios mínimos de las empresas, no ha sido siquiera evaluado, cuando ello involucra a la mayoría de las familias en las zonas rurales (de sierra y costa), y no sólo a quienes habitan las ciudades afectadas. Por último, es necesario construir un entorno de gobernabilidad, lo que supone decidir conjuntamente con los gobiernos regionales y locales y apoyarlos técnica y financieramente en sus esfuerzos de ganar autoridad.
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